NUEVO DOMINIO TERAPIA DE FAMILIA
LOS ROLES EN EL HOGAR – EL PAPEL DE LOS HIJOS
Hijos, obedezcan en el Señor a
sus padres, porque esto es justo. «Honra
a tu padre y a tu madre —que es el primer mandamiento con promesa— para que te
vaya bien y disfrutes de una larga vida en la tierra.»
Efesios
6:1-3
Existen
tres grandes responsabilidades de parte de los niños que deriva de su rol en el
hogar y estas son la obediencia, el respeto y la honra a los padres. Antes de
ver en detalle de que se trata cada una de ellas, los padres debemos
concientizarnos de algunas verdades que tiene que ver con nuestros hijos:
1.
No
hay niños malos, hay niños rebeldes.
2.
La
rebeldía es producto de que los padres han caído en dos extremos: manifiestan
desamor hacia el niño o le muestran amor excesivo y absorbente.
La
tendencia al mal es una característica inherente al ser humano (Proverbios
22:15), en términos teológicos se conoce como concupiscencia, esto es
verificable a través de la experiencia diaria, por ejemplo, reaccionamos fácilmente
hacia estímulos negativos, recordamos más el mal que nos han hecho que lo
bueno, estamos más inclinados hacía la mentira que hacia la verdad, mayor tendencia
a las adicciones, resaltamos más las debilidades y defectos que las
habilidades, etc. Solo hay un valor que hace posible inclinar la balanza hacia
el lado contrario a la maldad y es el amor, el producto del amor es la bondad, entre otros (Gálatas 5:23).
De
acuerdo con esto, si nuestra actitud como padres es mostrar desinterés y poca
atención, básicamente, si no les demostramos que los amamos, la tendencia al mal
se hace más fuerte, y se manifiesta a través de la rebeldía. Por otro lado, si
les mostramos un “amor” excesivo y absorbente a través de la sobreprotección,
el niño se vuelve mimado, crecerá como un pequeño reyezuelo creyéndose con
derecho a todo y sin que tenga que hacer el mayor esfuerzo, por lo que la
tendencia al mal se hace, también fuerte. Así que ambos extremos conducen al
mismo punto.
¿Cómo
logramos que nuestros hijos cumplan a cabalidad con su rol?, pues evidentemente
este consejo sería más de tipo preventivo que curativo, ósea que los padres con
bebes de cero a cuatro años están a tiempo de corregir actitudes de rebeldía en
los hijos. Ya que una vez el niño establezca asociaciones de
comportamientos, por ejemplo, “si hago
pataletas me dan lo que quiero”, será difícil corregirlo y el patrón de
conducta se afirmará, a no ser que se les brinde ayuda profesional y/o
espiritual (tratamiento correctivo). Se les aconseja, entonces, a los padres
establecer el equilibrio entre ejercer la disciplina con firmeza, darles la atención
que necesitan, y demostrarles amor respetando el libre desarrollo de su
personalidad. Si desarrollan bien los
roles ya planteados en los artículos El rol del padre y el Rol de la Madre, el equilibrio
en la crianza se dará de manera natural.
Respeto
de los problemas de conducta en niños y adolescentes los trataremos en un próximo artículo.
La obediencia
Los
niños y adolescentes deben atender las instrucciones de los padres y verlas
como una muestra de amor de parte de ellos, a través de las cuales le
manifiestan su interés por protegerlos. La obediencia se afirma a través de las
reglas, éstas no deben ser desmedidas e inalcanzables, o de lo contrario el
niño se frustrará al no poder lograrlas. Es importante que el padre sea firme en el
cumplimiento de las reglas. Los hijos van a intentar de todas las formas probar
su firmeza, por ejemplo, le propondrán negociar el uso de su video juego más
seguido, si consigue buenas notas en su colegio, ¡no acceda!, debe recordarle
que las buenas notas y su educación no son un producto y mucho menos canjeable, sino un patrimonio innegociable. Si accede después de ver su
aparente interés y su carita de necesidad, usted estará perdido, ellos establecerán
el patrón de conducta y sabrán como manipularlo. Frente a este ejemplo, no pierda
la oportunidad cerrándose con un no rotundo, más bien plantéeles otro negocio,
antes recordándole lo dicho respecto de que la educación es innegociable, dígale
que si le poda el césped (En caso de que pueda), o si le ayuda con alguna otra
labor casera durante una o varias semanas, podría tener lo que quiere, así aprenderá
que conseguir lo que desea exige un sacrificio. Este patrón de conducta le servirá
para toda la vida.
El respeto
Los
hijos deben respetar a los padres, no ofendiéndolos, increpándoles o dañándolos
físicamente. No deben levantar su mano hacia ellos, no deben gritarles, lanzarle
insultos o utilizar lenguaje soez. Algunos padres de manera equivocada, les
enseñan a sus hijos lenguaje vulgar desde pequeños, pensando que es un pequeño juguete que dice “paputa”. O complacen a sus
hijos en todo. Luego que el patrón de conducta de la manipulación ha sido
establecido lo que sigue es el irrespeto. Les gritaran y les insultaran donde estén,
en la casa, en el súper, en el cine, de visita donde amigos y familiares, básicamente
se cumplirá lo que afirma el Proverbio 29:15 “La vara
de la disciplina imparte sabiduría, pero el hijo malcriado avergüenza a su
madre”.
La Honra
Los
hijos deben honrar a sus padres, básicamente es mantener el buen nombre, la dignidad
y la estima hacia sus padres que han ganado por virtud propia. La honra es el
resultado de buenos patrones de conducta, se hace manifiesto en la
adolescencia, juventud y de manera plena en la adultez. Involucra en los hijos
un buen comportamiento dentro y más aún fuera de casa, en el colegio, la universidad,
el trabajo, haciendo manifiesto los principios y valores aprendidos. Estar
atentos a los padres, cubrirles en su necesidad ya siendo ancianos, visitarlos,
invitarlos a su casa, entre otras, hace parte de la honra que nuestros padres
merecen.
Los
hijos son un regalo de Dios, herencia de Él, por tanto es nuestra obligación cuidarlos
y formarlos adecuadamente. Esta responsabilidad no debe ser delegada a nadie
más, ni abuelos, vecinos, niñeras, profesores o amigos. De nosotros depende que
puedan cumplir su rol dentro de la vida familiar.
NUEVO DOMINIO TERAPIA DE FAMILIA
Por
Edgardo Buelvas Arrieta
Terapista
de Familia