sábado, 4 de julio de 2015

La Salud Mental en la Pareja - La Ira

NUEVO DOMINIO TERAPIA DE FAMILIA
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ALTERACIONES PSICOLÓGICAS – LA IRA

“Si se enojan, no pequen; que el enojo no les dure todo el día”
                                                                                                               Efesios 4:26

A través de las emociones exteriorizamos nuestros sentimientos, éstas son innatas, hacen parte de nuestra naturaleza como seres humanos, no podemos evitar enojarnos, y tampoco podemos evitar que las personas que giran a nuestro alrededor se enojen. Las emociones y la intensidad con que se manifiestan están ligadas al temperamento, de tal forma, que esto nos hace únicos y especiales. Sin embargo, si no somos capaces de controlar esta emoción puede ocasionarnos muchos problemas. Existen muchos mitos respecto de la ira, algunos piensan que es ingobernable, y por tanto, no debería ser controlada; otros, consideran que la manifestación de la ira, actúa como una catarsis y por tanto es liberadora. La psicóloga Diane Tice afirma que debido a que el enfado se alimenta de una cadena de pensamientos hostiles es susceptible de ser controlado.



Anatomía del Enfado
Dice Goleman (1985) que es probable que la amígdala sea el principal asiento de la ira, sobre todo esa que salta de improviso. Pero por otro lado del circuito emocional se encuentra el neocortex que es el “cerebro” que fomenta la venganza fría o las reacciones que sustentan la injusticia y la infidelidad (El desquite, el ojo por ojo). La ira empieza, según Zillman, cuando nos sentimos amenazados no sólo físicamente, sino, en nuestro ser interior, esto es, cuando nuestra autoestima y amor propio son atacadas, por ejemplo: cuando injustamente somos atacados con rudeza, cuando somos menospreciados, y sobre todo cuando nos frustramos porque no podemos alcanzar nuestros objetivos. La experiencia de estas situaciones provocan una descarga de catecolaminas que acrecientan los niveles de energía, éstos quedan disponibles sea para el uso de la fuerza en defensa (huida) o ataque (combate), dependiendo de lo que nuestra condición emocional asigne. Goleman (1985), afirma que la excitación que produce el enfado puede durar horas, incluso días, y predispone a las personas a enfadarse con celeridad una vez han sido provocadas. Así podemos entender que los enfados súbitos se deben a la predisposición fisicoquímica del cuerpo.

El enfado en la vida de pareja
El ambiente matrimonial es el más susceptible a experiencias de enfado y discusiones, Gottman (1985) considera que, cuando el rostro de la esposa expresa contrariedad – El pariente próximo del reproche – cuatro o más veces durante una conversación de quince minutos, es un síntoma de que la pareja se separará en un periodo máximo de cuatro años. Aclaro que no porque se haga referencia a la esposa sea ella la responsable de la circunstancias, si ambos provocan, ambos son responsables.

“…piensen en todo lo verdadero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo recto, en todo lo puro, en todo lo agradable, en todo lo que tiene buena fama. Piensen en toda clase de virtudes, en todo lo que merece alabanza.”
                                                                                                          Filipenses 4:8                                             
¿Pero qué provocan los actos airados que terminan en discusión y en explosión cargado de ira? todo empieza por un pensamiento, el pensamiento después de volverse repetitivo, el cerebro lo convierte en verdad, y esa verdad se evidencia en actos que al suceder una y otra vez es como si la persona quedará atada y consecuentemente reaccionará de la misma forma. Por eso aunque los esposos intenten resolver, inicialmente con el dialogo, terminaran ofendiéndose y agrediéndose verbalmente. ¿Qué hacer? Pues atacar los pensamientos equivocados, para ello debemos cambiar nuestra manera de ver las cosas. Por ejemplo, los pensamientos negativos originan críticas destructivas que frente a una discusión se termina atacando a la persona y no al acto mismo que originó la discordia. Goleman (1985) los llama pensamientos tóxicos, veamos este diálogo tomado de La Inteligencia Emocional de Daniel Goleman.
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Fred: ¿Has recogido mi ropa limpia?
Ingrid: (En tono burlesco) <<Has recogido mi ropa limpia>> Recógela tú. ¿Acaso soy tu criada?
Fred: Eso difícilmente podría ser. Si fueras mi criada, al menos sabrías limpiar la ropa.

En este corto diálogo podemos percibir, los tonos, las palabras hirientes y el concepto de cómo se ven el uno del otro.  Siempre que se discute y nuestra mente está cargada de pensamientos tóxicos vamos a mantener una conversación paralela, en la que se inicia el ataque a la persona dejando de lado el problema real el cual es “quién recoge la ropa limpia”.  Así mientras ella dice lo expresado en el dialogo, su mente piensa “Es un egoísta desconsiderado” y el piensa (mientras habla) “Es una inútil, que no hace nada bien”.

Así que lo que evitaría caer en el secuestro emocional de la ira, es que cada uno llegará al punto inicial que lo induce a categorizar al cónyuge como “egoísta” o “inútil”. Tenemos que eliminar de nuestra mente este pensamiento tóxico, introduciendo un pensamiento bueno o positivo de nuestro conyugue.  Básicamente, si afirmamos las virtudes de nuestra pareja y desterramos los defectos, lograríamos mejores resultados en nuestras discusiones y en la relación.

El control de la ira y las discusiones saludables
Le restamos fuerza al enojo si al pensamiento que origina el enojo le salimos al encuentro con información que pueda mitigarlo. Tendremos buenas peleas si nos centramos en el problema y no en la persona. Si el hombre, por ejemplo, no le rehúye a los conflictos. Y entendiera que el llamado de atención de la esposa puede estar motivado por el amor y por el intento de mantener la fluidez y la salud de la relación, habría un  mejor entendimiento y tolerancia a las quejas y los reproches.  Tengo 17 años de estar casado con Saideth y 27 de conocerla, nuestra experiencia de vida me ha llevado a entender, que siendo ella de temperamento colérico, necesita expresar lo que siente, sólo desea ser escuchada, y después de descargar y conversar se siente libre, así nuestra relación de pareja ha continuado  sin mayores dificultades. También, he entendido que nuestro enojo no debe superar las 24 horas, y necesitamos aclarar nuestras diferencias antes que finalice el día para no ser presa de nuestras frustraciones y terminemos siendo hostiles entre nosotros o con nuestro hijo.

Las parejas que aprenden a controlar la ira, se vuelven estables y libres de expresar abiertamente sus puntos de vista, en este sentido también debemos desarrollar la capacidad de saber escuchar y esto se logra eliminando el dialogo paralelo que va a intentar sabotear la conversación.  Escuchar atentamente al cónyuge evitará que esto suceda.  Frente a cualquier diferencia debemos buscar las vías que nos lleven a solucionar, no podemos esquivar o saltarnos las desavenencias, porque en algún momento saltaran al ruedo para hacer daño, la mayoría de las veces, casi irreparables.  
NUEVO DOMINIO TERAPIA DE FAMILIA

Por
Edgardo Buelvas Arrieta
Terapista de Familia

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