“Es muy grato dar la respuesta
adecuada, y más grato aun cuando es oportuna.”
Proverbios
15:23
Has
dicho o has escuchado en alguna ocasión “Yo
soy de los que le digo la verdad en la cara a la gente, gústele o no”, de
seguro que sí, porque evidentemente hay personas que se enorgullecen de ser
totalmente sinceras y que siempre dicen exactamente lo que piensan, sin
embargo, este podría ser un camino muy pedregoso que podría conducir al
deterioro de las relaciones con los demás.
Hay una gran virtud en tener el valor de decir la verdad en la cara,
pero hay uno más grande en tener la sabiduría para decirla. No estoy diciendo que enmascaremos o
maquillemos la verdad para no ser tan duros, me refiero al tacto y al momento,
porque existen situaciones en las que las emociones hierven y un acto de
franqueza mal manejado puede hacerlas explotar. A veces las intenciones son buenas, pero los
resultados son pobres.
La
inteligencia emocional es vital en las relaciones interpersonales y en especial
en la comunicación, hay un tiempo para la franqueza y otro para el tacto y la
diplomacia. La falta de tacto puede ser
destructiva: de ahí, que la mayoría de la gente fracasa en la vida, más por
falta de este que por falta de capacidad.
Es importante para alcanzar grandes logros entenderse con la gente y
esto exige que aprendamos a tener tacto y a tratar las relaciones con diplomacia
y delicadeza, básicamente significa cuidar las relaciones.
Las
verdades expresadas en momentos inoportunos suelen causar malestar, en las
relaciones pareja, por ejemplo, muchas de ellas suenan a queja y reclamo, lo
que hace que se vuelva fastidiosa al oído, especialmente cuando se repiten una
y otra vez. En un artículo anterior hacía referencia a este tema y afirmaba,
por experiencia, que expresar una verdad acompañado de un “siempre” o “nunca”
podría causar un estallido en la conversación que haría que una simple charla
estilo viento tropical categoría uno, pasara a una discusión estilo huracán categoría
5. Sencillamente porque cuando decimos
una verdad y a esta le anteponemos las expresiones mencionadas dejamos de
centrarnos en una situación particular y la convertimos en una conducta
constante. Por ejemplo, hay una diferencia muy grande cuando decimos o nos
dicen: “Tu ropa esta tirada, no la has recogido, podrías hacerlo por favor”, y “Siempre
dejas la ropa tirada, nunca la recoges”.
Con la primera se intenta corregir un mal hábito, con la segunda se afirma
una conducta “eres desordenado”. Todavía resulta más perjudicial si la verdad
que se dice, tras ser mal expresada, no encuentra coherencia en la conducta y los
hábitos de la persona que la expresa, es decir, quien dice la verdad no tiene
autoridad moral ni ética para afirmarla, ya que como en el ejemplo, podría ser
igual o peor de desordenado(a) que el(la) condenado(a).
NUEVO DOMINIO TERAPIA DE FAMILIA
Hagamos
un pequeño test de evaluación para descubrir que tanto tacto tenemos en las
relaciones y la comunicación con las demás personas:
- ¿Le
es fácil expresar un elogio a otra persona?
- ¿Le
cuesta trabajo reconocer los aspectos positivos de los demás?
- ¿Acostumbra
hacer elogios a los que le rodean?
- ¿Le
es fácil dar una sonrisa a otros?
- ¿Acostumbra
a decirle a los demás lo que les agrada de ellos?
- ¿Piensa
que mucho elogio puede hacer que la gente se sienta superior?
- ¿Le
incomoda recibir elogios?
- ¿Es
fácil para usted, brindar agradecimientos a los demás cuando recibe ayuda?
¿Qué
tal le fue? Descubrir que tenemos limitaciones en las relaciones debe llevarnos
a corregir nuestras actitudes, el hacerlo mejorará significativamente la
comunicación y las relaciones interpersonales. Debemos aceptar que un cumplido
gana más benevolencia que una queja, pues la gente responde mejor a las
afirmaciones positivas que a los comentarios negativos.
Le
animo a que mejore su actitud frente a las relaciones, la sinceridad es una
virtud no muy común en las personas hoy en día, pero hay que saber ser sinceros
y francos, ya que mal empleada la franqueza podría convertirse en su peor
defecto.
NUEVO DOMINIO TERAPIA DE FAMILIA
Por
Edgardo Buelvas Arrieta
Terapista
de Familia
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