miércoles, 28 de octubre de 2015

Adolescentes - Los Padres "Perfectos"

NUEVO DOMINIO TERAPIA DE FAMILIA
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LOS PADRES “PERFECTOS”

“Exigir a los progenitores, para respetarlos, que estén libres de defectos y que sean la perfección de la humanidad es soberbia e injusticia”
                                                                                  Silvio Pellico

Es importante en el desarrollo del adolescente, el descubrir que sus padres realmente no son perfectos, que también se equivocan, y esto los lleva a tener un concepto diferente del que traían desde su infancia. Este descubrimiento no es más que conocer la realidad, y su reacción suele ser ambivalente, ya que no es fácil abandonar las ideas infantiles, y ver a los padres como personas normales.



Ante las preocupaciones corrientes, los temores, las dudas y la falta de confianza, que caracterizan el periodo de desarrollo de la adolescencia, ofrece mucha seguridad psicológica el tener padres bastante fuertes para proteger al muchacho de cualquier amenaza. Los adolescentes tienden a perpetuar el mito infantil de la perfección materna, pese a que la realidad lo contradigan. Al mismo tiempo, se resienten por esta impotencia psicológica, porque amenaza su propia necesidad de mayor independencia. Si un padre parece abrumadoramente poderoso, triunfante y siempre dueño de la razón, el adolescente puede desarrollar un sentimiento de inutilidad e incapacidad para alcanzar una posición aceptable de adulto.

Además, los jóvenes siempre están conscientes de sus deficiencias y sus temores acerca de sí mismos y, por eso, se sienten muy bien con el mito del “padre perfecto”. A veces los padres pueden ser buenos en determinadas áreas, pero a veces también algunos adolescentes tratan de bajarlos de su pedestal, los critican, los atacan, les señalan sus faltas y defectos, a fin de establecer y reforzar el hecho de que son humanamente imperfectos.

A veces los padres se envanecen con las idealizaciones que hacen de ellos los hijos. Pero esa apreciación puede cambiar abruptamente y, entonces no es menos agradable y amenazante que lo vean como anticuado, intolerante, ignorante, insensible y generalmente incompetente. La reacción de algunos padres a la crítica de los hijos es mostrarse más poderosos, más conocedores de todo, más llenos de razón que nunca, y se resisten si sus hijos no reconocen y aprecian su "perfección".

"Una madre cuenta una contrariedad que tuvo una tarde con su hijo, cuando se arreglaba para ir a su colegio. Ella sentía que estaba atractiva, pero cuando su hijo adolescente la vio, le dijo: - No te irás  a aparecer así al colegio, ¿verdad? -Dime, ¿qué es lo que no te gusta? - respondió la madre. - Podrías vestirte un poco mejor, como cuando sales con papá. - Y ella dijo: ! Qué bobada ! Es una reunión informal por la tarde, no una fiesta de gala. - Ah ¿sí?, ¿Con 10 Kilos de sobrepeso?. Hasta entonces el muchacho jamás había hecho ninguna alusión a la gordura de su mamá, pero el día de reunión de padres de familia se fijó en la apariencia de su madre, y en cómo la verían sus amigos”.

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Ningún padre está libre de algún sarcasmo de su hijo adolescente, a quien cree haber prodigado atención, dinero y amor. Gran cantidad de comentarios que los adolescentes hacen a sus padres producen dolor y desconcierto. Por ejemplo: "No te creas tan importante, los padres de mis amigos ganan el doble que tú"; "Tú no lo sabes todo"; "Mamá, tienes que darte cuenta de que eres anticuada”; “Los tiempos cambian". Los padres no creen merecer esos comentarios, pero olvidan que cuando tenían esa edad, probablemente decían cosas parecidas a sus padres.

Los padres que devuelven los "golpes verbales" a los hijos adolescentes, terminan ridiculizándose mutuamente, y esto para nada aprovecha. Se requiere de dominio propio para no dejarse llevar por el impulso de responder con expresiones parecidas; lo importante es comprender que todo esto es una manifestación de los cambios psicoorgánicos que están viviendo los adolescentes. Además, es importante reconocer que como padres también se equivocan, y que no siempre tienen la razón. No puede haber una solución satisfactoria, mientras las percepciones de uno y otro estén distorsionadas. Alguno tiene que conservar el contacto con la realidad y, en este punto, los padres están en mejores condiciones para asumir esta responsabilidad.
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Por
Edgardo Buelvas Arrieta
Terapista de Familia

Tomado del Manual Teoterapia para Padres
La Adolescencia

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