“La vara y la corrección dan
sabiduría; mas el muchacho consentido avergonzará a su madre”
(Proverbios 29:15)
La
disciplina en los hijos ha sido y seguirá siendo un tema controvertido, debido
a las diferentes posiciones que se tiene sobre cómo aplicar la disciplina. En mi caso particular, me aferro a lo que el
Manual de Vida enseña: “Disciplina a tu hijo,
y te traerá tranquilidad; te dará muchas satisfacciones” Proverbios 29:17,
pero ¿a qué edad empieza la disciplina? Desde que el niño empieza a resistirse
a la instrucción del padre se debe estar preparado para empezar la
disciplina. Para disciplinar se requiere
que los padres gocen de una buena salud mental, si no es así, debe buscar ayuda
profesional para superar este inconveniente.
La disciplina física

Antes
de esta edad las asociaciones son más intuitivas y sensoriales, por ejemplo los
bebes que gatean empiezan a movilizarse por todos los lados de la casa, cuando
se acercan a las escaleras los padres corren a protegerlo, en un leve descuido
puede volcarse y lastimarse, de ahí en adelante establecerá la asociación de
que el intentar bajar las escaleras producirá daño y dolor y evitará hacerlo. ¿Debemos
esperar que esto suceda? ¿O cómo hacerle frente a la acción de los niños de
levantar la mano contra sus padres cuando intenta tomar algo y ellos se
lo esconden? En el primer caso podemos distraerlo o colocar
una reja que impida el paso, pero nunca sabrá que es peligroso acercarse ahí. Igual con el fuego o la toma de corriente, las
cosas de vidrio o de valor. En el
segundo, podemos dejarnos golpear, darle lo que quiere o distraerlo con otra cosa menos
peligrosa. Es ahí cuando un leve golpe
controlado, en el primer caso, ayudará a que la asociación sé de sin la
experiencia del dolor agudo que lastima, ocasionado por el golpe, o la quemadura
u otros accidentes. Y en el segundo, evitará trasladar la disciplina más rígida
a la edad de los berrinches y las pataletas, y que dejan ver mal al padre delante de extraños y conocidos. Por otro lado se establece una asociación
mucho más importante y es la del vínculo de respeto basado en la protección del
padre al hijo. Una vez pueden establecer asociaciones más complejas descubrirá que
parte del amor del padre es protegerlo y así cada vez que le dé una instrucción
la traducirá como un “te quiero proteger porque te amo”, obedecerá con recelo
producto de su enojo, pero una conversación en su cuarto explicándole el porqué
de las decisiones terminará en un abrazo de comprensión que afirmará los demás
valores: amor, respeto, admiración de un padre a un hijo. Me arriesgo con esto
a recibir críticas por parte de mis lectores, pero quiero decirles que he
revisado literatura y artículos que hablan sobre los efectos negativos del
castigo físico pero todos están referidos a aquellos que se imparten con
agresividad y severidad de lo cual ya hice referencia y advertencia de NO
APLICARLA! Es por eso que algunos países han adoptado leyes que prohíben rotundamente
la aplicación del castigo físico como método de formación a manera de prevención.
En Esta
fotografía la vara de la corrección.
En la adolescencia, la disciplina es diferente.
Tengo que contarles un poco acerca de mi experiencia con mi hijo adolescente de
16 años, David. Con él aplicamos este
tipo de disciplina y tengo que decirles que hay un vínculo de respeto y
admiración de parte y parte. Recuerdo que de niño en ocasiones en las que
actuaba mal o contestaba con groserías, lo llamaba con tranquilidad y al acercarse
le decía alcanza la “la varita de la corrección” y me la traes, y el mismo iba
por ella solo me decía “no me pegues muy duro papi” y así lo hacía. Luego dialogamos
y me abrazaba. Puedo decir que la formación no ha sido perfecta, fallamos en
algunos aspectos de su vida, pero en términos generales es un adolescente
obediente, que sigue instrucciones, amoroso y respetuoso, que trata con respeto
a las mujeres y reconoce la autoridad.
Aquí
doy algunos principios para aplicar la disciplina y formar el carácter de un
adolescente:
Asegúrese de que el joven
reconozca a Dios como Suprema Autoridad
Le
debe quedar claro al joven que la corrección es responsabilidad de los padres,
pero Dios es la suprema autoridad; el padre no es la máxima autoridad en su
vida. Si el joven cree que el padre es la máxima autoridad y logra engañarlo,
entonces, creerá que podrá escaparse de la disciplina. Necesita reconocer que
es Dios quien ve y sabe todo, es Aquél ante quien es fundamentalmente
responsable.
Dé buen ejemplo a su hijo
El
padre debe dar ejemplo de obediencia a Dios. Cuando el padre es inconsistente
entre lo que exige de su hijo y su forma de vida, el joven se decepciona de su
padre y se torna rebelde.
No deje que sus sentimientos
afecten la disciplina
Si
el muchacho reconoce su desobediencia, el padre se puede ver tentado a dejar de
disciplinarlo como el hijo necesita. Si un padre ama a su hijo, su preocupación primordial es el
desarrollo de las cualidades y los principios básicos que son esenciales en la
vida. El hijo debe entender que la corrección es un medio esencial para
desarrollar sus cualidades.
La disciplina debe sentirse
La
disciplina debe darse de acuerdo con la edad del hijo; en el caso de los
púberes y adolescentes, la disciplina física no es prudente ni productiva. En
este caso, tiene más efecto el privarlos de algo que les gusta y les duele
perderlo: un permiso a salir con amigos, dinero, el uso del teléfono, etc. Pero
ante todo, se debe apelar a la razón, la cooperación y la lealtad del
adolescente con su familia. De igual manera, se debe enlazar la conducta del
adolescente con consecuencias deseables e indeseables, es decir, dejarlo
enfrentar las consecuencias de sus actos, para que asuma responsabilidad.
Elija un lugar y momento
adecuado para amonestar o disciplinar
Es
conveniente no amonestar o disciplinar al adolescente delante de otras
personas, pues esto lo avergüenza y confunde.
Enséñele a enfrentar las
consecuencias naturales
Los
hijos son disciplinados de manera efectiva, cuando tienen que experimentar las
consecuencias naturales de su desobediencia. El dolor de enfrentar las
consecuencias de sus actos muchas veces es suficiente para impulsar al joven a
cambiar el comportamiento, la próxima vez.
Guíe a su hijo a hacer restitución, si fuere necesario
Si
otras personas fueron ofendidas, explíquele a su hijo la necesidad de pedirles
perdón y de hacer la restitución debida. La disciplina no sólo produce cambio
de actitud; también consigue que el joven se haga responsable de sus acciones.
No sentirá paz, hasta que haya limpiado su conciencia delante de todos los que
estuvieron involucrados.
Sea consistente en la
disciplina
A
veces los padres pueden caer en dos extremos: la disciplina fuerte y
perfeccionista que deja resentimiento, o la condescendencia extrema, como
ocurre en el caso de hijos muy mimados, que crecen sintiéndose “reyecitos”, con
conductas caprichosas que avergüenzan a sus padres.
Estos
principios son fundamentales para formar el carácter firme de un
adolescente. Son aplicables tanto para
aquellos adolescentes y púberes que no fueron instruidos sobre la base de una
buena disciplina como para aquellos que si.
Animo a los padres a no desfallecer en nuestro intento de hacer de nuestros
hijos personas de bien, el mundo al que se enfrentan es cada vez más hostil y
despiadado, pero con nuestro esfuerzo podremos construir una mejor sociedad construyendo
familias sanas.
NUEVO DOMINIO TERAPIA DE FAMILIA
Por
Edgardo Buelvas Arrieta
Terapista
de Familia
estas p*tas m*erdas de vras dan asco
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