LA ADVERSIDAD
“… quien nos
consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de
Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren”
2
Corintios 1:4
Seguramente,
en algún momento hemos experimentado algún tipo de dificultad, es posible que
en estos momentos la estemos atravesando.
Las dificultades más sentidas son las que tienen que ver con los
conflictos familiares, las más comunes las de tipo financiero. Algunas son más
soportables que otras, otras no duran mucho, la adversidad puede venir
multiplicada es decir varías pruebas a la vez, pero no cabe duda que cualquier
adversidad es soportable si la familia esta unidad y luchan de la mano para
salir de los conflictos. De lo contrario un problema pequeño puede resultar
destructivo para la persona que lo experimenta si a la par experimenta soledad
y desprotección.
La
adversidad tiene que ver entonces con aflicción, oposición, presión,
corrección, angustia, prueba o tribulación. Hay algo interesante que sucede
cuando enfrentamos una adversidad y es que manifestamos lo que en realidad
somos. No debemos hacerle el quite a la adversidad, para que muestre nuestras
verdaderas debilidades. Hay una historia que quiero contarles y que quizás algunos
conozcan, se llama la oruga en apuros:
La oruga en
apuros
Un día,
caminando por el jardín de su casa, un niño se encontró una extraña oruga
inmóvil, cubierta por hilos de seda. Tras algún tiempo de observación,
descubrió que poco a poco la oruga iba construyendo un capullo a su alrededor.
Con curiosidad
e impaciencia fue a preguntarle a su abuelo qué estaba pasando con aquella
oruga. El abuelo le explicó que la oruga estaba pasando por un proceso de
transformación para convertirse en mariposa. El niño quedó tan fascinado con
esta historia que en adelante pasó dos o tres veces al día a mirar aquel
capullo tratando de capturar el momento en que la mariposa se liberara.
Pasaron varios
días y el niño comenzó a desesperarse porque la mariposa no salía. Impaciente,
fue a preguntar al abuelo por qué la mariposa aún no salía. Su abuelo le dijo:
“Debes tener paciencia hijo mío, debemos respetar el tiempo que la vida
necesita al abrirse paso”.
El día en que
la mariposa empezó a salir del capullo llegó y el niño estaba emocionado. La
miró forcejear y sacar poco a poco algunas partes de su frágil y delicado
cuerpo durante un buen rato hasta que, llegó un momento, en que su progreso
hacia la libertad pareció detenerse. Parecía que había llegado hasta donde
podía y que se quedaría así, en esa posición semi-aprisionada.
Ansioso por
echarle una mano a la pobre mariposa, el pequeño decidió entonces hacer algo
para que consiguiera su libertad. Tomó el capullo delicadamente entre sus
manos, corrió a su casa por unas tijeras y, con muchísimo cuidado, hizo unos
cortes en el agujero que el animalito había abierto.
De esta
manera, el insecto pudo liberarse muy fácilmente, sin esfuerzo. Sin embargo, y
para sorpresa de su pequeño salvador, un extraño fenómeno empezó a ocurrir ante
sus ojos. La mariposa apareció con el cuerpo hinchado y débil y las alas
paralizadas, pequeñas y frágiles.
El niño
entonces la protegió cuidadosamente en un lugar seguro y esperó durante horas
que el frágil insecto ganara fuerza en su cuerpo y sus alas fueran capaces de
desplegarse, grandes y con suficiente capacidad para sostener en el aire
volando su grácil cuerpo.
Esperó y esperó,
pero el tiempo avanzaba y la condición del animalito permanecía igual:
hinchado, débil, anquilosado, arrastrándose, sin poder volar. Sus esfuerzos por
revivirla fueron en vano. La mariposa se quedó así para siempre, nunca pudo
volar.
La
enseñanza de esta historia nos debe conducir a la reflexión, el esfuerzo que
hacía la oruga por salir del capullo le permitía irrigar fluido hacía las alas
para que éstas pidieran desplegarse y de esta manera poder volar. El niño queriendo ayudar actúo como en
ocasiones nosotros lo hacemos, evitando el esfuerzo y sufrimiento que es
necesario experimentar para que, por ejemplo:
Nuestros
hijos sean capaces de hacer las cosas por si solos, asimilen el concepto de
responsabilidad y así no se vuelvan holgazanes y dependientes de otros. Para
que no se inclinen por el lado fácil, prefiriendo mejor pedir, delinquir o robar
que trabajar.
Para
aprender a ser organizados y austeros cuando nos enfrentamos a un problema
financiero, si enfrentamos la adversidad
aprenderemos a establecer prioridades y a manejar un presupuesto.
Y
lo más importante, cuando enfrentamos la adversidad adquirimos valentía,
destreza, conocimiento, experiencia que nos hará sabios para enseñar a otros evitándoles
sufrimiento y dolor innecesarios. Dios buscará la forma de desarrollar el carácter
a cada uno en particular.
Por
Edgardo
Buelvas Arrieta
Terapista de Familia
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