domingo, 29 de marzo de 2015

Hijos - Las Relaciones Conyugales y La Educación de los Hijos

LAS RELACIONES CONYUGALES Y LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS

“Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino críenlos según la disciplina e instrucción del Señor”
                                                                                                                                             Efesios 6:4

Todos los seres humanos nacemos indefensos y con carencias de cuidado, pero sobre todo de amor, especialmente de las personas que nos rodean. Los padres son responsables de suplir estas necesidades y la vida los capacita para hacerlo. La razón por la cual, llegada la adolescencia, comenzamos experimentar una atracción o química por el sexo opuesto es porque necesitamos hacernos sensibles a la necesidad del otro. El amor no es un sentimiento mezquino, pues busca satisfacer la necesidad del otro, si somos capaces de hacerlo con nuestra pareja, mucho más con nuestros hijos. Sin embargo, el amor como tal requiere un tiempo para llegar a este punto, es por ello que los jóvenes deben esperar a que el amor madure, y que consecuentemente desarrollen cierta madurez emocional a fin de hacerse sensibles a la necesidad del otro y no a la de ellos mismos.


La edad y la salud mental de los padres es fundamental para lograr una buena educación en los hijos, no solo porque se adquiere responsabilidad frente al compromiso conyugal y a la paternidad, sino también, porque son ejemplos en sí mismos de estabilidad lo que forma hijos seguros y llenos de confianza. El clima afectivo que se vive en el hogar es definitivo para el desarrollo del niño ya que éste percibe todas las variaciones emocionales que ocurren en el medio familiar. Hay que recordar que el niño aprende más por lo que ve y siente que por lo que se dice. El niño va tomando como ejemplo las diferentes reacciones que se manifiestan frente a las circunstancias y va formando en su mente patrones de conducta, esquema de valores, ideas y maneras de pensar y actuar. Por eso los hijos son un reflejo de lo que somos y pensamos, rechazarlos a ellos es rechazarnos a nosotros mismos.


En las primeras etapas (0-2 años) los niños buscan conocer el mundo que les rodea a través del desarrollo sensorio motriz, en esta etapa distingue medios y fines (intencionalidad), y establecen relaciones entre objetos y acciones (Etapas del desarrollo intelectual de J. Piaget). Esto nos da a entender que en esta etapa los niños no logran entender los mensajes verbales, por ejemplo si el niño llora y usted le dice ¡cállate! no lo va a hacer, si usted le da un juguete o le da de comer, el niño aprende que el medio (llorar) lo llevo a un fin (comida), esto queda grabado en su mente, así que si usted no está emocionalmente maduro el niño utilizara este conocimiento para manipularlo. La disciplina suele ser un correctivo que solo es eficaz en parejas maduras, porque educa al niño para que su relación con los padres se de en función del amor y la obediencia.  ¿El por qué tenemos hoy tantos hijos rebeldes e incontrolables?, ¿el por qué dan tantas muestras de emociones extremas?, se debe más que nada, a la mala salud mental con la que los padres enfrentan hoy los desafíos de la crianza de sus hijos sin estar preparados.
 
La recomendación es: para los jóvenes enamorados que hay una edad para cada paso de las relaciones, las relaciones sexuales en una edad no propicia termina aportando a las cifras estadísticas de madresolterismo, hijos abandonados, violencia intrafamiliar, mala salud mental, suicidios y pobreza.  El manual de vida nos anima a dar este paso solo cuando veamos que se ha llegado a la madurez emocional y se ha adquirido responsabilidad frente al desafío que la vida de pareja exige, en este sentido Dios nos dará su bendición.

Para los matrimonios que están proceso, siempre la ayuda profesional idónea será la mejor forma de afrontar la situación y aplicar medicina curativa.  Las asesorías espirituales ayudan más rápidamente a entender el propósito de Dios y ajustarse a los roles que el mismo ha establecido, esto porque el amor que nos hace sensibles a la necesidad del otro no es humano sino divino. Nadie da de lo que no ha recibido y recibir el incondicional amor de Dios es el mejor inicio para sanar, mejorar las relaciones conyugales y brindarles una mejor educación a los hijos.

Por
Edgardo Buelvas Arrieta
Terapista de Familia

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